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Aloe Vera una planta que sirve para todo

  • Foto del escritor: Amalea
    Amalea
  • 2 abr 2018
  • 2 Min. de lectura

También conocida como sábila, el aloe vera es una planta perenne con más de doscientas variedades. La más común de todas ellas es el Aloe barbadensis que, a su vez, tiene tres tipos: miller, humilis y mitriformis.

Sus gruesas y alargadas hojas pueden alcanzar los 50 cm de largo y los 7 cm de grosor, confiriéndole un peculiar aspecto que la ha hecho frecuente en jardines y macetas como planta decorativa. No obstante, si por algo se ha hecho popular el aloe vera es por sus numerosas aplicaciones medicinales (cicatrizante, antiinflamatorio, laxante…) y sus posibilidades de uso en tratamientos y productos de belleza (antienvejecimientio, regenerador celular…).


Dónde encontrar aloe vera

Originariamente el aloe vera se cultivaba en África, Madagascar y en ciertos lugares de Asia. Hoy en día podemos encontrarla en zonas en las que habitualmente hay un clima cálido y seco (de hecho se cultiva mucho en las Islas Canarias), puesto que esta planta no necesita demasiada agua y tampoco resiste temperaturas inferiores a 10ºC.

Precisamente, su alta resistencia es lo que permite que pueda cultivarse en cualquier hogar sin necesidad de realizar cuidados especiales, salvo ubicarla en un lugar bastante soleado y protegerla del frío en invierno.


Composición del aloe vera

El aloe vera está presente en numerosos productos destinados tanto para la salud como para la belleza. Esto se debe a su composición, rica en resinas protectoras, vitaminas, aminoácidos, proteínas, polisacáridos, enzimas, minerales y otros oligoelementos como el germanio, altamente beneficioso para la salud.

Dentro de su compleja composición encontramos:

  • Vitaminas como, por ejemplo, la provitamina A (betacaroteno), la vitamina C (ácido ascórbico), la vitamina B2 (riboflavina) o el ácido fólico.

  • Minerales (calcio, magnesio, hierro o potasio).

  • Aminoácidos esenciales y no esenciales (ácido glutamínico, leucina, ácido aspártico, tirosina o histidina, entre otros).

  • Monosacáridos y polisacáridos como la celulosa, la glucosa, el glucamanano o la fructosa.

  • Antraquinonas, principalmente aloína (ácido crisofánico). Este componente es precisamente el que permite que actúen los demás agentes puesto que facilita su penetración.

  • Otras sustancias como oxidasa, lignina o saponinas.

 
 
 

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